II. EL LÁPIZ GRAFITO. TÉCNICA DE LA MANCHA DIFUMINADA Y DE LA GOMA
- Antonio Amilivia
- 3 oct 2021
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 24 dic 2024
En la técnica que vamos a estudiar la mancha ya no se obtiene únicamente a partir de trazos de lápiz más o menos compactos; ahora esos trazos se manipulan, se difuminan, su grafito se frota y se extiende sobre el papel hasta hacer desaparecer las primitivas líneas del lápiz. El resultado es una zona de gris más o menos intenso donde no se percibe ningún trazo, es decir una mancha obtenida por el esfuminado o difuminado del lápiz.
Dos clases de manchas difuminadas
Observemos la siguiente figura:

Se trata de una mancha difuminada cuyo valor, es decir la intensidad de su gris, es idéntico por toda su área. Por ninguna zona de esta mancha descubrimos tonos de mayor o menor fuerza. La uniformidad es constante.
Pues bien, he aquí el primer tipo de mancha difuminada: la mancha de valores tonales uniformes.
Ahora echemos una ojeada a la figura 2:

Fijémonos en lo que pasa: a la izquierda comienza con un tono de gris muy intenso, que va decreciendo conforme la mancha se desarrolla hacia la derecha, hasta perderse en el blanco del papel.
Este es el segundo tipo de mancha: aquella cuyos valores tonales no son siempre los mismos en el conjunto de su área, sino que aumentan o disminuyen gradualmente. Se le llama, en dibujo, mancha degradada, o simplemente, degradado.
En todo dibujo que estudiemos no encontraremos nada más que estas dos clases de manchas trabadas en conjuntos estéticos de mayor o menor valor.
Ahora debemos aprender a dibujarlas.
Características básicas de las manchas difuminadas
Una mancha difuminada, tanto si es uniforme, como degradada, debe tener el grafito que la compone, en general, perfectamente distribuido por su área, de modo que se nos ofrezca una superficie totalmente homogénea, sin puntos de otro tono, pequeñas zonas de valor distinto o partes sucias.
Aún tratándose de manchas degradadas, el aumento o disminución de tono se producirá de un modo limpio, suavemente progresivo, sin que en la superficie manchada surjan saltos bruscos de tono o, como se ha dicho, huellas de suciedad, zonas de tonos inadecuados, etc., en definitiva todo lo que ocurre en la figura 3:

Se trata, como comprobarás, de una mancha sucia, y esta suciedad se debe ni más ni menos que a un proceso de difuminado deficiente.
Intentemos, pues, explicar este proceso de difuminado con la mayor precisión posible.
La base a lápiz
Para comenzar la construcción de cualquier tipo de mancha difuminada, es preciso, como paso previo, trazar una serie de líneas a lápiz que ocupen el área que va a cubrir la mancha en cuestión. Estas líneas de lápiz serán después la base sobre la que actuará, frotándolas, el difumino, a fin de extender su grafito para producir la mancha.
¿Qué características deberán reunir estas primeras líneas dibujadas a punta de lápiz?
Estarán realizadas con un lápiz de mina blanda; o sea, con un 2B.
No se trazarán a fuerza de presionar sobre el papel la mina del lápiz. Ten en cuenta que el destino de estos trazos previos es desaparecer al ser extendido el grafito que los compone sobre el plano en que se dibuja.
Las líneas-base se pueden dibujar paralelas, en zig-zag o formando un ovillo tupido, a fin de poder conseguir una fácil fusión de las líneas por medio del difumino al encontrarse unas próximas a otras (figs. 4 y 5)


Y obtenida esta base a lápiz llega el momento de la aplicación del difumino.
Pero antes de hablar de esto, una advertencia: la base de trazos para las manchas de tono uniforme se realiza, lógicamente, por medio de líneas provistas de un mismo tono de gris; es decir presionando el lápiz por toda el área de la mancha con la misma intensidad.
La base para una mancha degradada la dibujaremos por medio de líneas que, comenzando por un tono intenso, vayan disminuyendo de valor hasta perderse en el blanco del papel.
El rayado a lápiz previo para la mancha degradada no ocupará toda el área prevista para dicha futura mancha. La zona que en la mancha definitiva vaya a ser muy clara, no se tocará con el lápiz, ya que, después, será el difumino el que extienda el grafito a esa parte. Si además de esos residuos de la mina del lápiz que traslada el difumino, hubiese realmente trazos, tal vez el resultado tonal de la zona en cuestión saldría demasiado intenso.
El difumino
Una vez que tenemos la base a lápiz llega el momento de actuar con el difumino.
Esas líneas paralelas, en zig-zag o en ovillo, debemos atacarlas con este instrumento auxiliar del lápiz, a fin de que, al extender el grafito que las compone, al fundirlo, se produzca una mancha homogénea perfecta, tal como la que hemos visto en la figura 1.
Para ello, el difumino se toma como un lápiz.
Aplicación del difumino sobre la base de lápiz
La técnica de aplicación del difumino sobre la base a lápiz responde a las siguientes normas:
La presión del difumino sobre el papel será la suficiente como para que sea posible hacer que el grafito de los trazos se extienda sobre el plano en que dibujamos. El grado justo de presión lo percibirás mediante la práctica asidua. Adelantemos como norma que esa presión no será excesiva. Para extender el grafito no es cuestión de apretar mucho el difumino; más bien se trata de insistir repetidamente con frotes suaves hasta conseguir nuestros objetivos.
El sentido en que moveremos el difumino sobre el papel puede ser cualquiera (zig-zag, espiral, etc.), según las necesidades de la zona que deseemos manchar. Hay veces que frotando en sentido recto conseguimos la homogeneización tonal buscada (fig. 6); otras deberemos mover el difumino en espiral (fig. 7). Todo depende del caso práctico.


La práctica
La presión y el sentido, he aquí la base. Ahora es preciso que traces unas líneas de lápiz sobre un papel, toma un difumino y aplícate con él a construir una mancha homogénea.
Ya sabes cómo debe cogerse el difumino, con qué presión debes aplicarlo sobre el papel, en qué sentido debes moverlo. Se trata de lograr un objetivo ya conocido: una mancha de grafito de homogeneidad perfecta, como la de la figura 1.
Sin embargo, puede suceder que por más que frotes no logres tu objetivo, ¿a qué se debe esto?
Dos defectos
Supongamos que adviertes que en el área de la masa de grafito hay por algunos sitios manchas más oscuras que el tono general; en otros zonas más claras que ese tono general.
Esta circunstancia estropea esa perfecta homogeneidad que se persigue. Adviertes, igualmente, que con el único recurso del frote del difumino esos defectos no desaparecen. ¿Cómo solucionar esto?
El asunto, en realidad es bastante simple:
Manchas más claras
Las pequeñas zonas que aparecen más claras dentro de la mancha general se arreglan con el lápiz. Trabajando con la punta del mismo se traza un ovillo, muy suavemente, sobre la zona clara hasta aumentar su valor.
Después, si todo ha quedado bien, es decir, si los trazos en ovillo no se notan, pueden dejarse tal y como hayan quedado, o sea, sin difuminar. No obstante, si conviene, se puede difuminar un poco tenuemente.
Manchas más oscuras
Se trata de un problema de resolución algo más compleja.
Para rebajar el tono de ciertas pequeñas zonas más valoradas que el tono general que pueden aparecer en nuestra mancha se emplea un pico de la goma de borrar. Pero, atención, con ese pico no frotaremos la zona que deseamos rectificar. En el sector borrado por frote, al volver a dibujar, se produciría una señal que no podríamos hacer desaparecer.
La goma se aplicará sobre el punto que deseamos rebajar de tono, se presionará sobre él y se volverá a levantar, siempre sin frotar. De este modo se quedarán adheridas porciones de grafito a la goma, con la consiguiente disminución de tono de la zona donde se aplica. Esta operación se repetirá cuantas veces sea necesario, a fin de obtener el valor deseado en la parte defectuosa.
Si durante esta operación la goma se llevara grafito de donde no fuera necesario o llegara a rebajar en exceso el sector tratado, estos nuevos pequeños defectos se enmendarían a punta de lápiz, según la técnica que se ha explicado más arriba.
Visión de conjunto
Hagamos un breve resumen de las etapas vistas para la obtención de una buena mancha difuminada.
Comenzamos por trazar unas líneas-base a lápiz, continuamos aplicando el difumino que extiende sobre el papel el grafito de aquellas líneas, a la vez que las hace desaparecer.
Provistos de lápiz y goma, entramos después en la etapa de limar, hacer desaparecer pequeños defectos.
En la operación final, corregimos breves errores, aclaramos un pequeño sector con la goma, oscurecemos otro con el lápiz, frotamos de nuevo allí con el difumino... todo ello para ir en busca de esa mancha perfecta como la vista en la figura 1.
Tres fases, tres técnicas.
El resto, y esto es fundamental, consiste en comprobar y verificar lo explicado aquí por medio de ejercicios prácticos, que pueden consistir, simplemente, en la obtención de buenas manchas de tono uniforme y degradado.
Técnica del difuminado a mano
Con los dedos también se pude (y se debe) difuminar.
El objetivo es el mismo que hemos visto al tratar del difumino: la obtención de manchas homogéneas y limpias, de tono único o degradado, a base de extender el grafito del lápiz sobre el papel a partir de líneas trazadas previamente.
La mecánica es idéntica: se trata de frotar, pero esta vez el instrumento es distinto: serán los dedos y, en concreto, las yemas, tanto por su cara frontal como por los laterales.
La superficie frontal de la yemas se utiliza para difuminar zonas de extensión media; fig. 8.

Los laterales se aplicarán al difuminado de zonas estrechas, utilizándose, en general, los dedos menores para aquellas zonas muy estrechas donde sea preciso el difuminado.
Para difuminar grandes manchas (fondos, cielos, etc.) se puede llegar a utilizar el pulpejo de la palma de la mano.
La presión del frote, sentido del mismo, etc., es algo que corre paralelo a lo expuesto al hablar del difumino: dependerá de las necesidades de la zona que se trabaja. Pero teniendo siempre en cuenta que vale más —como se ha dicho— insistir muchas veces sobre una zona, frotando suavemente en busca del efecto deseado, que hacerlo menos veces pero con fuerza.
Por último, dos recomendaciones importantes:
Las yemas de los dedos transpiran. Debemos procurar tenerlas secas al ponernos a trabajar, de otro modo, al mezclarse el sudor de dichas yemas con el grafito, se producirá sobre el papel una mancha de tono generalmente más intenso que el deseado.
Ahora bien, aprovechando esta humedad de las yemas de los dedos, podemos obtener tonos de gris muy altos, insistiendo una y otra vez sobre una base pálida de lápiz y sin necesidad de trazar de nuevo con él para aumentar el valor de dicha mancha. Para ello trabajaremos con todos los dedos de la mano uno tras otro; es decir, comenzando por el índice, frotaremos hasta que, debido al calor que genera el roce, ese dedo se nos seque, momento en el que pasaremos a actuar con el dedo corazón y así sucesivamente.
Te animo a realizar prácticas simples, tanto con el difumino como con el dedo, para conseguir manchas de un determinado tono y homogeneidad (figura 9). Estas prácticas te proporcionarán toda una serie de pequeños matices que, si bien a nivel teórico ya conoces, solo la práctica te los descubrirá en toda su amplitud.

Técnica de la goma
Seremos breves en este apartado. Ya lo hemos dicho en otros artículos: la goma dibuja luz por el expeditivo sistema de borrar el grafito de los lugares en que sobra.
No vamos a insistir sobre esto, pues realmente no tiene ningún secreto. En las figuras 10 y 11 puedes apreciar las diferencias de un dibujo en dos fases distintas.


En la primera etapa se han realizado todas las operaciones de trazado y difuminado, operaciones definitivas y últimas. En la segunda etapa ha actuado la goma dibujando luz, sacando brillos en aquellos sectores donde los rayos luminosos, al incidir directamente, evaporan todo vestigio de sombra (es decir, de grises) para provocar luz reflejada o brillos que en dibujo a lápiz grafito se representa por medio de zonas blancas.
La técnica es muy simple: una vez que hayamos cortado la goma en la forma conveniente para trazar con ella sobre la zona que deseamos iluminar, basta con pasarla por esa zona borrando el grafito que haya en ella.
El resultado está a la vista en la figura 11.
Y hasta aquí la técnica del lápiz grafito que habíamos comenzado a estudiar en el artículo sobre el trazo y la mancha a punta de lápiz.
Evidentemente, a la hora de realizar dibujos complejos no podremos actuar aislando unas cosas de otras (el trazo, la mancha, el difuminado manual, la técnica de la goma, etc.), sino que nuestra labor consistirá en entrelazar, mezclar y fundir todas las técnicas estudiadas simultáneamente: trazaremos aquí, difuminaremos allá, borraremos, y en definitiva combinaremos todas las posibilidades descritas del lápiz grafito y sus elementos auxiliares a fin de componer la obra compleja de carácter "mayor".
No obstante, te recomiendo que practiques por separado cuantos aspectos de la técnica del lápiz grafito hemos visto hasta que los domines bien. Solo entonces será el momento de abordar obras de mayor envergadura.
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